viernes, 20 de agosto de 2010

unidad: individuo y sexualidad 3º medio

Textos de apoyo Filosofía y Psicología 3º año medio


Unidad: Individuo y sexualidad





La sexualidad humana

La sexualidad es una dimensión fundamental de nuestro ser personal. Esta se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida, por lo que decimos que es dinámica. Además de los aspectos biológicos y psicológicos, los factores socioculturales tienen un papel muy importante en esta transformación; su influencia puede ser positiva y propiciar el desarrollo íntegro, pleno, de la persona, ser un vehículo de crecimiento y expresión personal, o por el contrario, restringirlo y coartarlo.

A diferencia de lo que muchos piensan, la sexualidad humana no sólo abarca las relaciones sexuales, los contactos eróticos y la reproducción. Está vinculada con casi todas las áreas de la vida y, por lo mismo, su aceptación y sana vivencia influyen positivamente en la vida general de la persona. La sexualidad es sólo un elemento esencial de nuestro desarrollo y de nuestra identidad. Ella constituye una forma de expresión de nuestro ser y de nuestros sentimientos más íntimos y una forma y un proceso de comunicación. En la vivencia de la sexualidad ponemos en juego los valores que están en la base de nuestro proyecto de vida.

El ser humano es un todo cuyas partes interactúan; la sexualidad es una de ellas y por eso es necesario entenderla de una manera global y como un aspecto inherente a la persona. No es posible aislarla del resto del individuo, ni entenderla como privativa de las personas que mantienen relaciones sexuales coitales.

La sexualidad supone, expresa y participa del misterio integral de la persona. De allí que no se la pueda entender desde una visión reduccionista. Su carácter integral y plurivalente es un rasgo específico y característico. Por ello es necesario aproximarse a su comprensión considerando las distintas dimensiones que la componen:

Dimensión biológica: las diferencias entre el varón y la mujer se imponen por una serie de caracteres morfológicos, sin embargo la distinción biológica entre el hombre y la mujer es mucho más compleja que la configuración descriptiva de la genitalidad. De tal modo que el sexo biológico contempla 5 categorías básicas: la configuración cromosómica; el sexo gonádico; el sexo hormonal, la estructura reproductiva interna y la genitalidad.

Dimensión psicológica: la sexualidad en el ser humano no se limita a ser una “necesidad” (dimensión biológica), sino que se expande en el camino del deseo (dimensión psicológica) llegando a ser vivencia y comportamiento sexual humano. La dimensión psicológica introduce el sentido en la sexualidad humana;. Entre las categorías que incluye esta dimensión está la identidad sexual y el desarrollo sexual.

Dimensión sociocultural: el ser humano es un ser cultural también en su sexualidad; porque tiene una historia, es una historia y construye historia. La tradición la alcanza en la cultura en que vive.

Se hace parte de esa historia cuando la asume conscientemente y construye su historia cuando asume la responsabilidad personal y colectiva como ser social frente al momento presente. Existen una serie de espacios y canales de socialización de la sexualidad humana. Entre los más importantes están la familia de origen, la escuela, el grupo de pares, la religión, las normas sociales, los medios de comunicación.

Dimensión ética-filosófica: La sexualidad no es un concepto “abstracto”, la sexualidad se vive, se pone en acción y se juega en las experiencias de la vida diaria, en lo cotidiano. La dimensión ética parte de la noción de la persona, hombre y mujer, como valor en sí misma. Esta va asumiendo a lo largo de su vida diversos valores y se convierte, por lo tanto, en una portadora de ellos, los cuales también jerarquiza a la luz de sus experiencias y vida personal. Constantemente está revisando sus valores y replanteándose su jerarquía, lo que lleva a conformar su conciencia. La ética se convierte así en el contexto valorativo que orienta el ser y el actuar de la persona. Desde allí hace sus opciones y le da un sentido a su vida. En el plano de la sexualidad es justamente la dimensión ética la que en última instancia define cómo va a ser esta vivencia en el individuo. Esto quiere decir que los valores asumidos por la persona se ven reflejados en sus actitudes, sentimientos y comportamientos respecto de lo sexual.







Fuentes:

- Mónica Silva R. (1996). Sexualidad y adolescencia, Tópicos en Psicología. Ediciones Universidad Católica de Chile.

Santiago de Chile.

- Tony Mifsud (1989). Reivindicación ética de la sexualidad. Ediciones Paulinas-CIDE. Santiago de Chile.

- Julia Marfán y Gloria Rojas (1999). La educación en sexualidad como objetivo transversal. Editorial Tiberíades.

Santiago de Chile.









Identidad sexual: la personalidad femenina y masculina





Dentro del concepto de identidad personal hay una dimensión importante que es nuestra identidad sexual y que resulta interesante de analizar como una dimensión separada, si bien esta separación es artificial, puesto que nuestra sexualidad forma parte integral y constitutiva de nuestra identidad personal: somos hombres y mujeres desde el momento de nuestra concepción y aprendemos a asumir nuestra identidad sexual a lo largo de nuestras vidas.

Nuestra identidad sexual parte desde el momento mismo de la concepción, en el mensaje genético de la unión del óvulo con el espermio. Al nacer la guagua, la primera pregunta que todos formulamos es

¿fue varón o mujer? A medida que el niño o la niña crece, irá adquiriendo las características propias de su sexo a través del aprendizaje que se da primordialmente en la familia y a través de los modelos de ser hombre y mujer que le presenta su ambiente. Los roles asociados al sexo femenino o al masculino en nuestra sociedad difieren entre sí. Así, la dulzura, la suavidad y la ternura son características

“deseables” para las niñas y la brusquedad y la agresividad son mucho mejor toleradas cuando las manifiestan niños varones. Los niños aprenden a comportarse “como hombres” y “como mujeres”, a través de la imitación y la identificación con el progenitor del mismo sexo. Los padres, la familia y la sociedad en general refuerzan el que se aprendan las conductas que se asocian al propio sexo. O sea, las niñas reciben la aprobación por comportarse “en forma femenina” y los niños reciben aprobación por comportarse “de forma masculina”.

Por tanto puede afirmarse, en términos generales, que las identidades femenina y masculina están influenciadas por la carga biológica de los individuos al nacer y por las experiencias de aprendizaje que se dan en relación al ambiente, a los padres y a los adultos importantes en la vida de niños y niñas. En este sentido es interesante señalar que las prácticas de crianza infantil difieren entre culturas y también en el tiempo, y lo que resulta deseable en determinada sociedad no necesariamente lo es en otra”.







Somos psicosocialmente sexuados



No sólo somos biofisiológicamente sexuados, sino que también nuestro psiquismo, toda nuestra organización social y nuestra cultura son sexuados.

Desde el nacimiento asignamos nombres, vestidos, juguetes, actividades, etc., sexuados. Incluso se nos supone una manera de ser, aficiones, pensamientos y deseos sexuados. Antes de que el niño o la niña tomen conciencia de su identidad sexual, le asignamos un rol sexuado que afecta a, prácticamente, todas las dimensiones y actividades de su vida. Todas las sociedades y culturas asignan actividades específicas al hombre y a la mujer, aunque lo hacen de forma, a veces, muy distinta. Estas asignaciones no se basan, en general, en diferencias biológicas, sino que, en la mayoría de los casos, se basan en formas de funcionamiento social que se han cristalizado a lo largo de la historia.

Hacia los dos y tres años, niñas y niños toman conciencia de su identidad sexual (se autodefinen como niño o niña) y, simultáneamente, comienzan un proceso de aprendizaje e interiorización de las funciones que la sociedad considera propias de la niña o del niño (roles de género).

La identidad sexual: soy hombre o soy mujer, pasa a ser una categoría permanente de los juicios que el sujeto hace de sí mismo, tal vez la más importante, y el rol de género, aquel que más define la vida de las personas a lo largo de su ciclo vital. ¿Qué otra cosa cambia más la forma de estar en el mundo que el hecho de ser hombre o mujer?

También desde edades muy tempranas, los 3 y 4 años, niños y niñas manifiestan intereses sexuales, se

autoexploran, hacen preguntas, se observan, construyen sus propias teorías sobre su origen, la reproducción, etc., y ponen de manifiesto conductas sexuales a través de los juegos y otras conductas. Es decir, expresan en conductas su sexualidad. La conducta sexual es una de las conductas humanas más significativas en todas las edades de la vida, sea cual sea la forma concreta que adopte en cada sujeto.

A la conducta sexual observable subyacen los deseos, los sentimientos y las fantasías, que son elementos fundamentales de la psicología sexual. Estos se especifican y consolidan en la pubertad y permanecen a lo largo de todo el ciclo vital. Por tanto para entender la sexualidad, no basta con conocer la anatomía y la fisiología sexual, sino que es necesario tener en cuenta también la psicología sexual y la cultura en la que el individuo vive”.



La sexualidad y tus decisiones

No es simple que tomes una decisión acerca de la expresión de tu sexualidad. Es importante que tomes conciencia de que una serie de fuerzas o razones que sólo tú podrás evaluar están presentes cuando te enfrentas a tomar dicha decisión:

• Tus impulsos sexuales son los que más te presionarán,

• Los deseos de tu pareja también ejercerán una presión en ti,

• Las normas y costumbres de tus padres y de tu familia podrán inclinarte hacia un determinado tipo de decisión,

• A veces tus amigos o amigas y las costumbres que ellos tienen, también te influirán,

• La sociedad, los medios de comunicación, la religión, también influirán en la conducta que decidas adoptar.

Estas razones, y otras, estarán presentes y cobrarán gran importancia cuando tengas que decidir si tener o no tener relaciones sexuales. Si en tu decisión no has considerado todas estas fuerzas y sólo te dejas llevar por tus impulsos, te expones a una serie de riesgos.

Si amas a alguien, no creas que es indispensable tener relaciones sexuales para expresar el amor. Del mismo modo, tener relaciones sexuales, no siempre es prueba de que existe amor.

• Si tomas la decisión de postergar el inicio de las relaciones sexuales, estarás optando por la abstinencia.

La abstinencia consiste en no tener relaciones sexuales. Esta es la única forma cien por ciento segura que tú tienes de prevenir el embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual. La abstinencia está al alcance de todos los jóvenes. Aún si una persona ha tenido relaciones sexuales en el pasado, puede decidirse a abstenerse de ellas en cualquier momento. Es importante que sepas que una persona o pareja que decide postergar las relaciones sexuales, puede tener una vida sexual sana y placentera.

• Si tomas la decisión de comenzar a tener relaciones sexuales, puedes prevenir un embarazo a través del uso de métodos de planificación familiar (anticonceptivos o métodos naturales). Los métodos anticonceptivos son procedimientos utilizados por el hombre, la mujer o la pareja con la finalidad de evitar el embarazo; los métodos naturales de planificación familiar son métodos que permiten a la pareja reconocer sus períodos de fertilidad e infertilidad durante el ciclo menstrual.

Existen diversos métodos de planificación familiar. Es importante que acudas a consultar a un profesional de la salud para que te informes y te oriente respecto de cuáles son más indicados para ti y cómo debes usarlos.

Las decisiones que adoptes respecto de tu vida sexual hoy día son especialmente relevantes para lograr llevar a cabo con éxito tu proyecto de vida.

Fuente:

Alarcón, G. et alt (1996). ¿Cómo podemos prevenir el embarazo no deseado? Editado por APROFA. Impreso por Editorial Universitaria.





El impulso sexual en la adolescencia



Durante la adolescencia aumenta el impulso sexual, el cual puede alcanzar gran intensidad. Al principio el impulso tiende a estar dirigido principalmente hacia el logro del propio placer. Después irá evolucionando, desde una búsqueda de la propia satisfacción, hacia una sexualidad que se completa en el salir de sí mismo hacia el encuentro con el otro.

Existen diferencias en la manifestación del impulso sexual entre muchachos y muchachas, las que se deben tanto a diferencias biológicas, como a lo que se espera culturalmente de cada uno. En los muchachos el impulso se expresa más genitalmente, la excitación ocurre más rápido debido, en parte, a que sus genitales son externos y a la acumulación de semen. Por ello el joven necesita aprender a no dejarse llevar por sus impulsos sexuales como si éstos fueran una urgencia que necesita ser satisfecha inmediatamente. En cambio, en las muchachas el impulso se expresa más en la búsqueda de la ternura y el amor romántico y se presenta de manera compleja, envuelto en su afectividad; la mujer es muy sensible al tacto (le gusta que la acaricien) y al oído (le gusta que le digan cosas románticas). Basado en estas diferencias, se han desarrollado pautas culturales distintas para hombres y mujeres, las que conllevan un doble estándar. Por ejemplo, hay más tolerancia para que el muchacho viva aventuras sexuales sin reparar mucho en las consecuencias que éstas puedan tener. En el caso de las niñas, en cambio, por una parte se estimula el romanticismo y la idealización del sexo opuesto y, por otra, se le deja bien claro que es ella la responsable de cuidarse de que no le pase nada. En el caso de las niñas no se habla respecto de su deseo sexual.

Es importante que los adolescentes conozcan que cada persona tiene distintos niveles de “resistencia” ante el estímulo sexual y que es necesario aprender a reconocerlos, puesto que aquello permitirá que la pareja ponga los límites necesarios para no sobrepasar sus posibilidades. También hay que señalar que si bien el pololeo es una etapa en la relación de pareja que permite ir haciendo un camino de conocimiento mutuo y de ir profundizando progresivamente en la intimidad y en el amor, ello no implica que no se deban poner límites a las expresiones de afecto más íntimas. El decidirse a no tener relaciones sexuales durante el pololeo no es un signo de quererse menos ni una falta de compromiso con la relación.





Reflexiona lo siguiente

Es posible controlar y dirigir el impulso sexual.

• Es importante conversar con la pareja respecto de cómo se manifiesta el deseo sexual en cada uno.

• Es posible evitar el embarazo adolescente no deseado mediante un compromiso sexual responsable.

• El comportamiento sexual responsable implica respetar los sentimientos y valores de la pareja.

• Una sexualidad responsable implica el evitar los embarazos no deseados y prevenir las enfermedades de transmisión sexual, informándose y utilizando los métodos apropiados para ello.









































































Textos de apoyo, Psicología y Filosofía 3º medio.



Objetivos: Distinguen las etapas, valores y niveles de intimidad que suponen las distintas relaciones de pareja. Reconocen las principales etapas en la formación y desarrollo de la relación de pareja estable.



Entrevistas sobre el amor

• ¿Sobre qué cimientos se estableció esta relación (de pareja) y cómo fue evolucionando?

- “Yo creo que se estableció sobre el cimiento más sólido que es el absoluto desinterés. Y sobre la base de compartir una pasión, en este caso la literatura. (...) El amor es reconocer la mitad del alma. Sin juzgar ni ser juzgado, sin sojuzgar o ser sojuzgado. Algo completamente fluido y natural.”

(María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges).



• ¿Qué importancia ha tenido Matilde, su mujer, en su vida?

- “Sin ella no habría publicado nada, habría quemado todo lo que he escrito y tal vez me habría suicidado. Se escapó de su casa a los 17 años, para venir conmigo. Pobre. Ha sido y es el puntal de mi existencia. ¡Es el amor más grande y más perdurable que he tenido! Hace más de medio siglo que vive conmigo, que me aguanta, que me lee, la primera que critica lo que escribo y ahora lo que pinto. Su semiinvalidez ha aumentado todavía mi amor por ella”.

(Ernesto Sábato).



• ¿Cuál es su concepto del amor?

- “Si hablamos de amor de pareja, creo que en eso funciona un elemento químico muy misterioso.

¿Por qué uno ama a esa persona y a ninguna otra? Joseph Campbell dice que los individuos nacemos incompletos y que el amor nos reúne con la otra mitad y nos convierte en una unidad.

Es algo del espíritu, del alma. Pero también el amor se cuida, se nutre, para que no se muera, para que crezca. Yo no quiero vivir sin amor. Sin amor no puedo escribir, no puedo ser”.

(Isabel Allende).



• ¿Usted toma la vida también como una navegación?

- “¡También! El matrimonio, especialmente, es como subirse a una embarcación. Yo me he casado dos veces. Mi primera mujer se murió de cáncer en mis brazos. Y después vino solamente

Eliana. Llevo 47 años casado con un ángel. Mi mujer es mi apoyo fundamental en la vida.

Cuando yo me siento nervioso la llamo, le tomo la mano, me la pongo en el corazón y le digo:

¡Ayúdame! (Desamparado). Y como ella es más joven que yo, voy a morir en sus brazos. He dejado de hacer algunas cosas que me hacen mal por amor. La amo más que a la cal de mis huesos, como dice la Gabriela Mistral. Por eso digo que el matrimonio es como un embarque del cual no hay que bajarse nunca...”

(Francisco Coloane).



Fuente:

Escritores de América: 31 Entrevistas, Edit. Los Andes, Santiago, 1993.





Hacia el encuentro del otro

La elección de un compañero es un acto en el que se encuentran dos personas, para quienes el futuro se convierte en el deseo de desarrollar un plan de vida común. Es un momento decisivo en la vida de un ser humano, ya que implica elegir a alguien con el cual se entrelazará el propio destino; implica optar por una nueva forma de vida. La elección es el fundamento para la formación de una familia; une a dos personas en una relación que es el núcleo alrededor del cual se desarrollará y crecerá la familia. Mientras más sólida sea esta relación, mayores posibilidades habrá de que pueda sostener y afirmar lo que sobre ella se construye.

A menudo, erróneamente, se piensa que la elección de pareja se relaciona con un momento preciso en la vida de dos personas, transformándose luego en un hecho consumado. En parte lo anterior es cierto, hay un momento en el cual la pareja se decide a compartir la vida y esto se experimenta como algo único y definitivo, mas éste no es independiente de lo que se ha vivido anteriormente ni de lo que se vivirá en el futuro. El elegir es fruto de toda la historia y experiencias de una persona. A su vez, en una relación de pareja que crece y se desarrolla, las personas van cambiando, como también la relación. Esto hace que la elección sea algo que se va actualizando a través del tiempo. Supone optar y comprometerse por y con el otro permanentemente a través del ciclo de vida de la pareja. De lo antes dicho se desprende que es necesario considerar la elección como un proceso, en el cual es importante la evaluación de lo que ha significado la vida en común y sus proyecciones para el futuro.

1. LA PREPARACIÓN PARA EL ENCUENTRO

Si bien la elección de pareja es el comienzo de una vida compartida, es también la culminación de aspectos significativos del desarrollo individual. A través del proceso de desarrollo, el individuo experimenta sus posibilidades de ser en relación con otros.

La primera experiencia de unión, de amor, de cada uno se realiza con la madre. Se inicia a partir de esta relación un largo proceso de crecimiento que implica dependencia y a la vez una necesaria separación que posibilitará el llegar a ser una persona psicológicamente única, íntegra y diferente, pero a la vez abierta y receptiva hacia los demás. Más tarde, a través del desarrollo de la intimidad de la pareja, se produce el proceso opuesto, en que dos llegan a configurar una unidad.

La preparación para el logro de esta intimidad y encuentro con el otro resulta particularmente importante en la edad juvenil. El joven trata de desarrollar aptitudes personales y sexuales para una vida de pareja. Vivirá una fase en que cambia de compañero con frecuencia, porque lo que importa no es tanto el otro como persona total, sino el demostrarse a sí mismo y a los demás su éxito en la conquista (88, 89). Con esto consigue no sólo prestigio y admiración de sus pares, sino que aumenta su propia estima; descubre sus posibilidades de relación, es decir, lo que él significa para los demás y lo que él es capaz de dar en cuanto a cariño, comprensión, lealtad y compromiso; reconoce al mismo tiempo sus propios límites y aprende a conocerse más objetivamente. Pasa del egocentrismo a una percepción más realista de sí mismo, al tiempo que descubre en estas relaciones lo que el otro significa para él y lo que él es capaz de apreciar en el otro, que se ha transformado en un “tú” a quien se anhela y se desea conquistar.

Todas estas experiencias ayudan al joven a tomar decisiones que se convierten en definiciones más nítidas de sí mismo. El conocimiento de sí mismo a través del otro le permite asumir un rol como individuo sexual adulto que se concreta en la posibilidad de una elección de pareja definitiva.

Del mismo modo anterior, experimentando el joven descubre otras dimensiones de su identidad y es así que al probar diversos roles de la vida adulta puede conciliar su concepto de sí mismo con el reconocimiento social, tornar decisiones vocacionales y hacer elecciones adecuadas a sus verdaderas posibilidades.

Por otro lado, cuestionando lo establecido y decantando su experiencia, el joven se forma una idea propia acerca de diversos aspectos de la vida; una postura que es independiente y autónoma de la de sus amigos, familia y sociedad. Afirmado en su nueva identidad logra separarse psicológicamente de su familia, lo que no significa dejar de mantener un compromiso afectivo con ella (27, 39).

Este proceso permite al joven definir la identidad y la integración de una persona en las áreas afectiva, racional y social y le posibilita saber qué compañero elegir; elección que excluye otras posibles parejas, estableciendo así una relación de intimidad en la que puede mostrarse sin temor, ya que con la pareja probablemente comparte valores, intereses y formas de enfrentar la vida además de los sentimientos de amor y ternura.

Sin embargo, la elección de pareja no siempre se produce, cuando el individuo ha logrado una autoconfiguración que se concreta en una identidad integrada. La unión puede ocurrir en etapas anteriores, lo que señalará y determinará diferentes posibilidades de crecimiento y satisfacción de la pareja y la familia. Es cierto que existe la posibilidad de cambio y que una relación que comienza débil puede crecer y desarrollarse, sin embargo, el comienzo puede llegar a marcar fuertemente la relación. El grado de desarrollo personal también es importante porque de él se deduce la capacidad de amar del individuo y el tipo de amor que es capaz de experimentar.





Actividades:



Lee los documentos de apoyo, “Entrevistas sobre el amor” y “Hacia el encuentro del otro”, y elabora un ensayo personal en el cual reaccionas ante los textos leídos reflexionando sobre qué elemento(s) influyen en la estabilidad de la relación de pareja.

ultima guia de filosofia 4º medio

Filosofía y Psicología 4º año medio


Unidad: Ética y Moral



Immanuel Kant. Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785).



Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él, a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio de toda la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción. Y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices.

Algunas cualidades son incluso favorables a esa buena voluntad y pueden facilitar mucho su obra; pero, sin embargo, no tienen un valor interno absoluto, sino que siempre presuponen una buena voluntad que restringe la alta apreciación que solemos -con razón, por lo demás- tributarles y no nos permite considerarlas como absolutamente buenas. La mesura en las afecciones y pasiones, el dominio de sí mismo, la reflexión sobria, no son buenas solamente en muchos respectos, sino que hasta parecen constituir una parte del valor interior de la persona: sin embargo, están muy lejos de poder ser definidas como buenas sin restricción, aunque los antiguos las hayan apreciado así en absoluto. Pues sin los principios de una buena voluntad pueden llegar a ser harto malas; y la sangre fría de un malvado, no lo hace mucho más peligroso, sino mucho más despreciable inmediatamente a nuestros ojos de lo que sin eso pudiera ser considerado.

La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma.

Considerada por sí misma es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aún cuando por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad –no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder–, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no pueden ni añadir ni quitar nada a ese valor.

Immanuel Kant. Fundamentación de la metafísica de las costumbres (Austral, Madrid, 1980).







































John Stuart Mill. Utilitarismo (1865).



De la sanción última del principio de utilidad

Sin embargo, esta base de sentimientos naturales potentes existe, y es ella la que, una vez que el principio de la felicidad general sea reconocido como criterio ético, constituirá la fuerza de la moralidad utilitarista. Esta base firme la constituyen los sentimientos sociales de la humanidad –el deseo de estar unidos con nuestros semejantes, que ya es un poderoso principio de la naturaleza humana y, afortunadamente, uno de los que tienden a robustecerse incluso sin que sea expresamente inculcado dada la influencia del progreso de la civilización. El estado social es a la vez tan natural, tan necesario y tan habitual para el hombre que, con excepción de algunas circunstancias poco comunes, o a causa del esfuerzo de una abstracción voluntaria, puede el ser humano concebirse a sí mismo más que como miembro de un colectivo. Sentimiento de asociación que se refuerza más y más, conforme la humanidad abandona el estado de independencia salvaje […]

Por consiguiente, todos los requisitos que son necesarios para la vida en sociedad se convierten cada vez más en un elemento indispensable de la idea que una persona se forma de la condición en la que nace, y que constituye el destino del ser humano. Ahora bien, las relaciones sociales entre los seres humanos, excluidas las que se dan entre amo y esclavo, son manifiestamente imposibles de acuerdo con ningún otro presupuesto que el de que sean consultados los intereses de todos. La sociedad entre iguales sólo es posible en el entendimiento de que los intereses de todos son considerados por igual […]

De este modo a la gente se le hace imposible concebir que pueda darse una desconsideración total de los intereses de los demás. Sienten la necesidad de concebirse a ellos mismos, por lo menos, evitando las afrentas más groseras y (aunque sólo sea para protección propia) viviendo en un estado de continua denuncia de aquéllas. También están familiarizados con el hecho de cooperar con los demás y proponerse un interés colectivo, en lugar de individual, como fin de sus acciones (al menos, de momento). En la medida en que cooperan, sus fines se identifican con los de los demás. Se produce, al menos, un sentimiento provisional de que los intereses de los demás son sus propios intereses […]

El hombre llega, como por instinto, a ser consciente de sí mismo como un ser que, por supuesto, presta atención a los demás. Llega a resultarle el bien de los demás algo a lo que natural y necesariamente ha de atender, en igual medida que a las necesidades físicas de la existencia. Ahora bien, cualquiera que sea el grado de desarrollo de este sentimiento en una persona, se ve forzada por los más fuertes motivos, tanto el interés personal como la simpatía, a demostrarlo, e intentar con todas sus fuerzas promoverlo en los demás. E incluso si carece de este tipo de sentimiento por su parte, le interesará tanto como a los demás que los otros lo posean. En consecuencia, se aprovechan y cultivan los más leves indicios de este sentimiento mediante el contagio de la simpatía (sympathy) y la influencia de la educación, tejiéndose una red de asociaciones aprobatorias a su alrededor, mediante el uso de la poderosa agencia de las sanciones externas […]

En un estado de progreso del espíritu humano se da un constante incremento de las influencias que tienden a generar en todo individuo un sentimiento de unidad con todo el resto, sentimiento que, cuando es perfecto, hará que nunca se piense en, ni se desee, ninguna condición que beneficie a un individuo particularmente, si en ella no están incluidos los beneficios de los demás.

Aquellas personas en quienes el sentimiento social está en alguna medida desarrollado no pueden consentir en considerar al resto de sus semejantes como rivales suyos en la lucha por los medios para la felicidad, a los que tengan que desear ver derrotados a fin de poder alcanzar los objetivos propios […]

La doctrina utilitarista mantiene que la felicidad es deseable, y además la única cosa deseable, como fin, siendo todas las demás cosas sólo deseables en cuanto medios para tal fin. ¿Qué necesita esta doctrina, qué requisitos precisa cumplir la misma, para hacer que logre su pretensión de ser aceptada?



John Stuart Mill, Utilitarismo (traducción especial para el presente programa de la edición inglesa en la colección Great Books of the Western World, Encyclopaedia Britannica, Chicago, 1951).



















Selección de textos sobre Universalismo, Relativismo y Pluralismo.

SECCIÓN A

Parece ser una constante en la historia de los imperios, que en nombre de un universal, de alguna empresa de emancipación o de salvación, un pueblo se arrogue el derecho de dominar a otros: griegos, romanos, árabes, españoles, anglosajones, rusos [...] se han sucedido en el relevo de esta carrera. Desde antiguo la cultura occidental se ha distinguido en las acciones expansionistas, mostrándose maestra de intolerancias. Los griegos separaron a la humanidad en dos, griegos y bárbaros; los romanos reconocieron solo a quienes admitían la ley romana; los judíos se vieron a sí mismos como elegidos de Dios, y así sucesivamente. Al combinarse la ley sagrada judía con el logos griego, las religiones que se desprendieron de su tronco se tornaron doblemente excluyentes, sumando intolerancia lógica a la intolerancia religiosa y resultando en la intolerancia política, una de las más intolerables.

Marcos García de la Huerta, Reflexiones americanas (1998).



SECCIÓN B

[...] toda política se acompaña de una antropología, al menos implícita. Las teorías que pretenden estudiar la política en forma neutral, prescindiendo de valoraciones, no logran su propósito, simplemente postergan una discusión que hoy se ve como especialmente necesaria [...] ¿cómo podrían interpretarse y aplicarse las declaraciones de derechos contenidas en las constituciones o en los textos internacionales sin mantener una cierta idea del hombre a la luz de la cual tengan sentido?

Otro tanto puede decirse de los intentos de reforma del Estado. La alternativa, entonces, no se da entre un planteamiento técnico, éticamente neutral y supuestamente aceptable por todos en una sociedad pluralista, y otros que están cargados de valoraciones. Más bien se trata de reconocer que las valoraciones son inevitables y que, por tanto, en una sociedad pluralista todos deben fundamentar sus afirmaciones, sin que quepa escudarse en que la propia postura responde a los criterios que da la técnica o constituye el mínimo aceptable a todos los que debaten [...]



Joaquín García-Huidobro. Naturaleza y política (1997).

SECCIÓN C

Así, los distintos límites y oficios de la razón y del gusto son fácilmente determinados. La primera lleva al conocimiento de la verdad y de la falsedad, el último procura el sentimiento de belleza o de fealdad, de vicio o de virtud. Uno descubre a los objetos tal como ellos realmente están en la naturaleza, sin adición o disminución; el otro posee una facultad productiva que, al dorar o manchar todos los objetos naturales con los colores que toma prestado del sentimiento interno, hace surgir, en cierto modo, una nueva creación. Como la razón es fría e indiferente, no es un motivo de la acción, y sólo dirige el impulso recibido del apetito o de la inclinación, mostrándonos los medios de lograr la felicidad y de eludir la miseria. Y el gusto, al dar placer o dolor, y constituir por este medio la felicidad o la miseria, llega a ser un motivo para la acción y es el primer resorte o impulso para el deseo y la volición.

David Hume. Investigación acerca de los principios de la moral (1777).



SECCIÓN D

Si reconozco y acepto que todas las formas de vida son legítimas en su constitución operacional, y si reconozco y acepto que no puedo distinguir en la experiencia entre percepción e ilusión, no puedo negar ninguna forma de vida particular bajo el supuesto que sé cuáles son biológica o trascendentalmente buenas y cuáles son biológica o trascendentalmente malas. Si niego una forma de vida particular, quiero hacerlo responsablemente, esto es, teniendo presente que actúo de acuerdo a mi preferencia, sabiendo que así procedo, y no bajo el supuesto explícito o implícito de que estoy trascendentalmente en lo correcto [...] Los más grandes crímenes y abusos que se han cometido en la historia de la humanidad, y los que cometemos diariamente, han sido y son cometidos en defensa de la “verdad” [...]

El aceptar la legitimidad de la constitución operacional de todas las formas de vida en el dominio biológico no lleva consigo la aceptación de todas las formas de vida como igualmente deseables en el dominio humano de la coexistencia. Una tal aceptación es un acto de preferencia en el dominio de las acciones responsables. La más común justificación del asesinato y la tortura en la historia de la cultura patriarcal occidental, a la cual pertenece una gran parte de la humanidad moderna, es la defensa de la verdad, la defensa de la razón, o la defensa de valores universales trascendentes bajo el supuesto que el defensor está intrínsecamente en lo correcto y que los demás están intrínsecamente equivocados. Mi posición es distinta. Yo no acepto la tortura porque no me gusta [...]

Humberto R. Maturana. “Respuesta a Berman” (1991).

FILOSOFO DESTACADO

HERACLITO



Heráclito de Éfeso conocido también como «El Oscuro de Éfeso»,fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C..







Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores.

He aquí algunas frases de Heráclito:







«Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río».


«La armonía invisible es mayor que la armonía visible».


«Ni aun recorriendo todo camino llegarás a encontrar los límites del alma; tan profundo logos tiene».


«Siendo el logos común, casi todos viven como si tuvieran un logos particular».


«Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia».


Heráclito reprocha al poeta que dijo: «¡Ojalá se extinguiera la discordia de entre los dioses y los hombres! Pues no habría armonía si no hubiese agudo y grave, ni animales si no hubiera hembra y macho, que están en oposición mutua» (fragmento 9a Walzer = A 22 Diels-Kranz)[3]




origen de la Psicología

La psicología («psico», del griego ψυχή, alma o actividad mental, y «logía», -λογία, tratado, estudio) es el estudio de los procesos psíquicos, incluyendo procesos cognitivos internos de los individuos, así como los procesos sociocognitivos que se producen en el entorno social, lo cual involucra la cultura. El campo de los procesos mentales incluye los diversos fenómenos cognitivos, emotivos y conativos, así como las estructuras de razonamiento y racionalidad cultural.

Origen de la Filosofia

La filosofía (del latín philosophĭa, y éste del griego antiguo φιλοσοφία, 'amor por la sabiduría') es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue del misticismo, la mitología y ciertas formas de religión por su énfasis en los argumentos racionales,y de la ciencia experimental porque generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica, sea mediante la especulación, el análisis conceptual, los experimentos mentales u otros métodos a priori.




La tradición filosófica occidental comenzó en la Antigua Grecia y se desarrolló principalmente en Occidente. El término «filosofía» es originario de Occidente, y su creación ha sido atribuida al pensador griego Pitágoras. Su popularización se debe en gran parte a los trabajos de Platón y Aristóteles. En sus diálogos, Platón contrapuso a los filósofos con los sofistas: los filósofos eran quienes se dedicaban a buscar la verdad, mientras que los sofistas eran quienes arrogantemente afirmaban poseerla, ocultando su ignorancia detrás de juegos retóricos o adulación, convenciendo a otros de algo infundado o falso, y cobrando además por enseñar a hacer lo mismo. Aristóteles, por su parte, adoptó esta distinción de su maestro, extendiéndola junto con su obra a toda la tradición occidental posterior.



La filosofía occidental ha tenido una profunda influencia y se ha visto profundamente influida por la ciencia, la religión y la política occidentales.Algunos conceptos fundamentales de estas disciplinas todavía se pueden pensar como conceptos filosóficos. En épocas anteriores, estas disciplinas eran consideradas parte de la filosofía. Así, en Occidente, la filosofía era una disciplina muy extensa. Hoy, sin embargo, su alcance es más restringido y se caracteriza por ser una disciplina más fundamental y general que cualquier otra.